Google exigirá que las extensiones para su navegador Chrome sean instaladas desde su Web Store, una decisión destinada a impedir que los usuarios instalen, de forma inadvertida, aquéllas que son maliciosas.
La multinacional ha ido cambiando poco a poco su política respecto a las extensiones de navegador para evitar abusos. El año pasado obligó a que todas las extensiones Chrome para Windows estuvieran alojadas en la Chrome Web Store, un cambio que hizo descender en un 75 por ciento las solicitudes de información de los usuarios para desinstalar extensiones no deseadas. La medida no se aplicó al canal de desarrolladores de Windows, pero los hackers ahora lo están utilizando para instalar las extensiones.
Por eso, desde el pasado miércoles, todas las extensiones para Windows tienen que estar en la store de Chrome, y lo mismo sucederá con las extensiones para OS X, pero se aplicará en julio.
Google analiza automáticamente las extensiones que muestran un comportamiento sospechoso. La mayoría son luego publicadas, aunque algunas pueden ser retenidas para una revisión manual. Están prohibidas, en general, las extensiones que interfieran con los anuncios, por ejemplo, o que se consideren spam.
A los desarrolladores, Google aún les permite instalar localmente las extensiones, así como las instaladas a través de una política de grupo.
Para no perjudicar la experiencia de los usuarios, Google también permite las llamadas instalaciones inline, donde el usuario puede instalar una extensión directamente desde una página web, pero en realidad está alojada en su tienda web.
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